Para
el incipiente Uruguay del siglo XIX, resultaba fundamental encarar
una estructuración física del territorio que permitiese
un desarrollo global del país. Las revueltas civiles posteriores
a la Independencia, postergaron hasta la segunda mitad del siglo,
toda acción al respecto.
Para lograr el necesario desarrollo productivo diferentes Gobiernos
fomentaron la colonización y la explotación agrícola.
Ello se tradujo en una serie de decretos y leyes de colonización,
además de la creación de varios organismos encargados
de promover y controlar las acciones necesarias para la concreción
de los objetivos. Sin embargo, los emprendimientos de colonización
estuvieron sujetos a la iniciativa privada, respondiendo preponderantemente
a los intereses de particulares, sin considerar, en muchos casos,
las verdaderas necesidades del medio rural. Recién con la
creación de la Sección Fomento Rural y Colonización
del Banco Hipotecario del Uruguay en 1923 y la del Instituto de
Colonización en 1948, se incrementó la acción
directa del Estado mejorando en parte la situación.
Aquellos primeros proyectos de colonización atendieron principalmente
a problemas de soberanía nacional o al aprovechamiento de
recursos naturales, así como a respuestas para la estructuración
de las comunicaciones. Hubo planteos de colonias aisladas o agrupadas,
planes combinados con operaciones de estructuración vial,
vinculando zonas de colonización agraria con concesiones
de tramos de ferrocarril, y planes combinados con
operaciones de aprovechamiento de recursos naturales. Entre estos
últimos se ubica la propuesta de "Concesión para
el Canal Zabala" (1)
presentada por dos vascos inmigrantes, los señores José
María Carrera y Serapio de Sierra.
Generalmente, el aporte de los inmigrantes vascos se destacaba
por su mano de obra capacitada, pero hubo vascos que con su iniciativa
y empuje impulsaron industrias y proyectos novedosos; este es el
caso del "Canal Zabala" un proyecto ambicioso y completo,
que abarcaba riego, navegación, aprovisionamiento de agua
potable y energía eléctrica, además de complementarse
con radicación de colonos inmigrantes.
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Don José María Carrera (2) |
José María Carrera había nacido en la población
de Mondragón, Guipúzcoa, en 1836, trasladándose
a Montevideo presumiblemente en 1855. Desde aquí viajó
a la provincia argentina de Entre Ríos, para estudiar la
profesión de farmacéutico, la que ejercerá
una vez retornado al Uruguay. Además de
Presidente del Consejo Nacional de Higiene, fue cofundador de la
Sociedad de farmacéuticos del Uruguay y ejerció el
profesorado de química en la Universidad de la República.
Fue notorio entre los vascos inmigrantes, por su afán de
consolidar su unidad en estas tierras, integrando en primera instancia,
el grupo denominado "Sociedad Protectora de Inmigrantes Vascongados",
destinado al apoyo de los vascos recién llegados y luego,
siendo socio fundador de la primera sociedad de residentes vascongados,
el "Laurak-Bat". Pero su esfuerzo más denodado,
surgido de su profesión y de su estudio sobre la contaminación
de las aguas que abastecían a la ciudad de Montevideo, fue
para el proyecto que canalizaba en parte al río Santa Lucía
y que bautizara con el nombre de Zabala, homenajeando
así a Don Bruno Mauricio de Zabala, vizcaíno fundador
de la ciudad en 1726. Carrera muere en el año 1909 sin lograr
concretar este proyecto que tan caro le fuera, profesional, afectiva
y económicamente (3).
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Don Serapio de Sierra |
Serapio de Sierra nació en Durango en 1842, cuando joven
se dedicó a la arquitectura, siendo ingeniero de minas en
Bizkaia y Álava. Emigró a Uruguay en 1876, donde estuvo
involucrado con las sociedades vascas Irurak Bat
y Laurak-Bat; se dedicó a la agrimensura y la procuración,
construyendo un molino de agua en Florida, ciudad en la cual murió
(4). Compartió varios
proyectos y sentimientos con José María Carrera, su
interés por la unidad de los vascos en nuestra tierra y el
"Canal Zabala", al cual volcó todos los conocimientos
de su profesión de agrimensor. No cabe duda que a ambos los
unía una gran amistad y confianza que se hace extensiva a
los sucesores de de Sierra, según lo demuestran los poderes
que Don Serapio primero y su viuda e hijos después,
otorgan a Don José María para actuar en su nombre,
en todo lo relacionado a las obras vinculadas con el proyecto del
Canal Zabala, del cual ambos eran concesionarios por ley (5).
En la sesión del 2 de septiembre de 1889, la Comisión
de Fomento Integrada de la H. Cámara de Representantes, aconseja
la sanción del proyecto de ley que autoriza al Poder Ejecutivo
a contratar con los señores Don José María
Carrera y Don L. Serapio de Sierra, la construcción y explotación
de un canal de Riego y Navegación que arrancando del Paso
de las Toscas, en el río Santa Lucía desaguaría
en el Arroyo Miguelete. Elevado el proyecto a la
Comisión de Hacienda de la H. Cámara de Senadores,
ésta se expide el 18 de diciembre del mismo año 1889,
aconsejando su aprobación en consideración que se
hallan bien compensados los intereses del Estado y de la empresa
proponente (6).
El proyecto se extendía desde la picada de Almeida (o de
Las Piedras) en el límite de los departamentos de Canelones,
Florida y Minas (actual Lavalleja), hasta su desembocadura en la
bahía, próxima al puerto de Montevideo. Inicialmente
se consideraba una longitud aproximada de 80 kilómetros con
un ancho de fondo de 14 metros. En su arranque se consideraba una
cota de 62 metros que irían bajando con las esclusas necesarias
para la correcta navegabilidad de embarcaciones de porte de 300
toneladas (35 metros de largo por 5 metros de ancho).
El canal atravesaba tres arroyos que se canalizaban por medio de
acueductos acordes con sus anchos. El embalse, considerado como
depósito de alimentación, correspondía a 3.500
hectáreas con un cubaje estimado de 150:000.000 metros (7).
Las tierras que atravesaba el canal resultaban buenas para el cultivo
agrícola y resultaban apropiadas para recibir riego. Esto
permitiría una mayor y mejor producción que sería
transportada hacia la Capital, punto de consumo, y al puerto para
su exportación. Además los empresarios proponían
el transporte de piedras y ladrillos, producidos en la zona y empleados
en la ciudad. Las esclusas producirían además importantes
caídas de agua que resultarían aprovechables como
generadoras de fuerza motriz. El canal aprovisionaría también
a la zona aledaña con agua potable; de acuerdo con las estimaciones
del proyecto, el servicio resultaría muy
económico, proveyendo abundancia de agua en condiciones de
higiene superior a la suministrada en ese momento por la única
empresa contratada, "Aguas Corrientes" (8).
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Trazado del canal; sobre el lado superior
derecho se abarca la cuenca de alimentación. (8)
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El 19 de junio de 1890 se sanciona la Ley N.° 2097, otorgando
la concesión del Canal Zabala a los señores José
María Carrera y L. Serapio de Sierra. En las condiciones
manifestadas en la misma. En ella se detallaban las particularidades
físicas del canal, así como los caminos de sirga,
de acuerdo con el anteproyecto presentado por los concesionarios.
La ley permitía a los concesionarios expropiar los terrenos
necesarios para la construcción del canal, embarcaderos y
caminos, en arreglo de la ley del 14 de julio de 1877 con destino
a obras de canal de riego y navegación. La autorización
de expropiación se extendía hacia aquellos propietarios
que no aceptasen el canon impuesto, exceptuándose a quintas
y terrenos arbolados. Se exigía un orden de prelación
al aprovechamiento de las aguas públicas: abastecimiento
a poblaciones; abastecimiento a ferrocarriles; riegos, canales de
navegación; molinos y fábricas, barcas de paso y puentes
flotantes; estanques para viveros o criaderos de peces. Las tarifas
a cobrar por derecho de navegación debían
ser previamente acordadas con el poder Ejecutivo. Se facultaba además,
a la empresa, la construcción de un Mercado de Frutos en
las inmediaciones del Paso Molino (9),
zona cercana al Campo Eúskaro, propiedad de la sociedad vasca
Laurak - Bat.
A los ocho meses de promulgada la ley, los concesionarios debían
someter a la aprobación del Poder Ejecutivo, los estudios
definitivos del canal, comprendiendo planos detallados y memorias
para la construcción del mismo y sus obras complementarias,
así como el presupuesto particular de las mismas y el general,
que abarcaría también las expropiaciones y gastos
de dirección. Una vez aprobados los estudios y escriturada
la concesión, los empresarios tenían ocho meses como
máximo para comenzar los trabajos y un plazo máximo
de ejecución de 6 años. La empresa quedaba obligada
a colonizar dentro de los 2 años siguientes a la fecha de
terminación de cada una de las secciones del canal (la ejecución
del canal se verificaría por secciones de 25 kilómetros),
con familias agricultoras procedentes de las provincias vascongadas
(españolas y francesas) así como de Aragón,
Lombardía y Piamonte, pudiéndose completar con familias
nacionales hasta una tercera parte como máximo,
de acuerdo con las leyes generales dictadas para empresas de colonización.
La concesión se establecía por el plazo de 90 años,
después de cuyo término pasaría al dominio
del Estado, exigiéndose previamente el perfecto estado de
conservación y servicio (10).
Queda constancia que Carrera solicitó el concurso del Ing.
Luis Huergo para la elaboración de los planos definitivos,
ingeniero argentino que había estudiado para su gobierno,
un canal de navegación que partiendo de Córdoba desembocaría
en el Paraná próximo a Rosario, con un trayecto aproximado
de cien leguas. Probablemente Carrera haya trasmitido su entusiasmo
al propio Huergo, quien tras reconocer el sitio donde se construiría
el "Canal Zabala" se compromete a dirigir los estudios
definitivos del proyecto, contando con la colaboración del
ingeniero nacional Juan Riva y los hijos de Serapio
de Sierra, Gerónimo, agrimensor de profesión e Ignacio.
Los trabajos, culminados con una memoria descriptiva de la utilidad
del proyecto, su presupuesto y probable rendimiento, fueron entregados
a Don José M. Carrera el 23 de junio de 1901 (11).
Si bien en la ley N.° 2097, del 19 de junio
de 1890, no hay referencia a la explotación de la fuerza
motriz como generadora de energía eléctrica, sí
aparece en el estudio presentado por el Ing. Huergo al señor
Carrera en junio de 1901 (12),
a efectos de cumplir con el Artículo 16° de la misma
(presentar a aprobación del Poder Ejecutivo
los estudios definitivos del proyecto). Nuestro análisis
del "Bosquejo histórico sobre las Obras Hidroeléctricas
en el Uruguay", realizado por el Ing. Luis Giorgi (13),
nos permite suponer que el proyecto del "Canal Zabala"
significó la primer propuesta de obra hidroeléctrica
en el Uruguay. Recién en 1911, el entonces Ministro de Obras
Públicas, Ingeniero Sudriers, se interesa en investigar las
posibilidades que ofrecía al respecto el Río
Negro. La usina hidroeléctrica, ubicada en el Rincón
del Bonete en el Río Negro fue la primer obra en concretarse
como tal, iniciada en abril de 1937 y puesta en funcionamiento en
diciembre de 1945 (14).
El proyecto del "Canal Zabala" luego de la muerte de
ambos gestores, es retomado por el señor Edwin Steer, quien,
como cesionario de Carrera y de de Sierra, solicita la concesión
de la construcción y explotación de un canal de riego,
navegación, fuerza motriz y suministro de agua (Canal Zabala)
según consta en los proyectos a estudio por el Cuerpo Legislativo
en el año 1918. El proyecto contenía ciertas modificaciones
introducidas por la Comisión de Fomento del Senado. No obstante
su opinión favorable del proyecto, resultan interesantes
las consideraciones vertidas por el Ingeniero Gaspar Masoller, miembro
de la Asociación Politécnica del Uruguay, en cuanto
a las tarifas del riego: en la necesidad de promover la agricultura
debería reducirse la tarifa considerada
y quitar la obligatoriedad de la misma (15).
En julio de 1920 se decreta la concesión a favor del señor
Edwin Steer para la construcción y explotación del
Canal Zabala (16). Sin
embargo tampoco se concreta este nuevo intento. A juicio del Ing.
Giorgi, la concesión no logró acordarse en razón
de que los cesionarios de los señores Carrera y de Sierra
nunca lograron demostrar haber reunido el capital necesario;.probablemente
hayan sido dos errores técnicos la principal causa de ello:
apreciación incorrecta del área de embalse, los considerados
4.000 kilómetros cuadrados serían efectivamente sólo
2.500 y la estimación incorrecta de los
caudales necesarios para los distintos fines a cumplir: generación
de energía eléctrica, riego, agua potable para poblaciones,
caudal necesario para que el río corriera libremente y navegación
(17).
Lo cierto es que tras más de 30 años de tratativas,
el proyecto del "Canal Zabala" quedó
como el sueño irrealizable de aquellos vascos precursores,
probablemente frustrado por intereses de terceros. José María
Carrera le dedicó más que su fe y su tiempo, también
los bienes de la familia, los heredados y los obtenidos por su trabajo
(18). Sin embargo, a pesar
del silencio que al respecto se mantenía en su familia, conserva
ésta, no en la anécdota de los recuerdos, pero sí
en los registros y en documentos, toda la historia de la infinita
dedicación de este vasco tesonero, a un proyecto que anheló
como hito de progreso para el país que lo recibió.
(1) MURAS, O. "Colonización
agraria y desarrollo del territorio nacional", en "Revista
de la Facultad de Arquitectura", 1972, Universidad de la República,
Montevideo, Nº 8, pp. 47-55.
(2) Extractos de foto proporcionada
por el Dr. Eduardo Carrera Hughes.
(3) Apuntes de la familia Carrera,
proporcionados por el Dr. E. Carrera Hughes.
(4) URRUTIA, Evaristo, 1916 en "Los
Baskos en La Nación Argentina", 1919, Buenos Aires, Editorial
La Baskonia, p. XV.
(5) Poderes de fecha 23 de septiembre
de 1893 y 1° de febrero de 1898, ante los escribanos Francisco
Costa y Santos Icasuriaga, respectivamente. Originales pertenecientes
al Dr. E. Carrera Hughes.
(6) "Memoria del proyecto Canal
Zabala de riego, navegación y fuerza motriz", 1901, Montevideo,
Imprenta y Fábrica de Almanaques; anexado pp. 2 - 6. Archivo
personal del Dr. E. Carrera Hughes.
(7) ibídem pp. 8 - 9 .
(8) ibídem pp. 12 - 19
(8) "Memoria del proyecto
Canal Zabala de riego, navegación y fuerza motriz", citado,
anexo.
(9) ARMAND, E., CERDEIRAS, J.C.,
ARCOS, L., GOLDARACENA, C., 1930 "Compilación de leyes
y decretos, 1825 -1930, tomo XVIII (1889-1890), Montevideo, pp. 359
- 366.
(10) ibídem pp. 359 - 366.
(11) "Memoria del proyecto
Canal Zabala de riego, navegación y fuerza motriz", ob.cit.;
pp. 3-4; ACEVEDO DÍAZ, Eduardo, 1903 "Canal Zabala de
riego, navegación y fuerza motriz" Montevideo, Tipografía
El Nacional, pp. 108 -109; Poder del 1/2/1898, ante Esc. S. Icasuriaga.
Archivo personal del Dr. E. Carrera Hughes.
(12) "Memoria del proyecto
Canal Zabala de riego, navegación y fuerza motriz", ob.cit.
pp. 16 - 25. Archivo personal del Dr. E. Carrera Hughes.
(13) GIORGI, Luis, 1949 "Bosquejo
Histórico sobre las Obras Hidroeléctricas en el Uruguay"
en Síntesis histórica de la Ingeniería en el
Uruguay", 1949, Publicación de la asociación de
Ingenieros del Uruguay, Montevideo, pp. 103 -188.
(14) ibídem pp. 103 - 170.
(15) MASOLLER, Gaspar 1918 "Obras
Públicas ante el Cuerpo legislativo. Tres importantes proyectos",
en "Revista de la Asociación Politécnica del Uruguay",
Año XIII, N ° 4, N ° 120, pp. 97 -110".
(16) "Registro Nacional de
Leyes, Decretos y Otros Documentos" 1920, Montevideo, Imprenta
Nacional, pp. 509 - 5116.
(17) GIORGI; Luis, ob.cit. pp.
110 - 112.
(18) Apuntes de la familia Carrera,
proporcionados por el Dr. Eduardo Carrera Hughes. |